En las últimas horas, esa es una frase de lo más común, pero antes de "volver a la normalidad" es aconsejable reflexionar algunas cosas. Antes del sismo que nos sacudió el 19 de septiembre de 2017, recuerdas ¿Cómo éramos?, ¿Qué estabas haciendo? incluso es válido preguntar; ¿Que opiniones tenían algunas personas sobre el simulacro en el que habíamos participado?
Al menos yo, vi rostros en los que había fastidió por realizar el simulacro, escuche la voz de quien nos trasmitió la obligatoriedad de participar en el simulacro casi en tono de súplica.Cuando el sismo sucedió, en la realidad y ya no solo como simulacro,la información recibida escasas horas antes nos fue útil, al menos sabíamos en que zona debíamos concentrarnos,después del sismo nada fue igual.
Los siguientes minutos el aire de muchos de nosotros se llenó del ulular de las sirenas, el olor a gas escapando de algunos locales, observar el acordonamiento de la zona, la molestia de algunos y la preocupación de muchos, me enteré hasta después que a solo unas cuadras de donde estaba, el edificio de Álvaro Obregón se había derrumbado.
Fui testigo de cómo vía redes sociales muchos mexicanos, la mayoría desconocidos entre ellos, comenzaron a brindar apoyo, a ofrecer lo que fuera necesario y estuviera a su alcance para ayudar a rescatar a nuestros hermanos, a nuestra gente.
Era mi turno y de los míos, la historia nos estaba dando una oportunidad, nos estaba llamando y no hay que hacerla esperar.