Por Adriana Rodríguez González
México DF, 8 nov 07 (CIMAC).- En los años 70, integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC-23S) y sus familias sufrieron en México la tortura ejercida por policías y militares. Los cuerpos de inteligencia del gobierno buscaban con ello obtener información acerca de la operación de esta organización guerrillera.
La rudeza fue de tal magnitud que muchos de sus militantes fueron asesinados, jóvenes que tenían en promedio 25 años, varios de ellos mujeres.
Testimonios de quienes aún viven y formaron parte de los movimientos sociales en las décadas de los años sesenta y setenta en nuestro país, presentados en el libro Memoria del primer encuentro nacional de mujeres ex guerrilleras (2007), han denunciado cómo los cuerpos de las y los jóvenes victimados fueron exhibidos ante altos mandos de la policía como un trofeo.
Las historias son conmovedoras y hablan de la historia reciente de los intentos por un cambio en la estructura política, económica y social de nuestro país.
Sus voces transparentan cómo las y los integrantes de la Liga Comunista tenían la convicción de que alcanzar una sociedad más justa e incluyente en México era urgente y posible a través de la revolución, por ello fue que dieron importancia a un movimiento de corte político-militar.
MARTHA ALICIA
Su embarazo no fue impedimento para ejercer la violencia contra Martha Alicia Camacho Loaiza, quien se encontraba en su casa la noche del 19 de agosto de 1977 acompañada de Josefina Machado Torres cuando elementos de la Dirección Federal de Seguridad, así como policías judiciales del estado de Sinaloa irrumpieron violentamente.
Luego de que Josefina fuera vendada de los ojos y llevada a un vehículo, Martha fue golpeada en todo el cuerpo, incluyendo el vientre a pesar de sus súplicas para que no la dañaran.
Al mismo tiempo que la maltrataban los agentes, le exigían que revelara en dónde se encontraba su esposo. Ella respondió que aún estaba en el trabajo.
Dos horas después, llegó José Manuel Alapizco Lizárraga, esposo de Martha, y comenzó una balacera. Al poco rato, ambos fueron trasladados a la novena zona militar de Culiacán, donde militares la interrogaron, le tomaron fotos y huellas dactilares.
Al concluir el interrogatorio, ingresó Alapizco a la misma habitación donde se encontraba su esposa.
En ese momento, uno de los militares le dijo a Alicia: “Ahí está el perro de tu marido”. Luego de castrarlo enfrente de ella, lo llevaron a una regadera para dejarlo desangrar.
A ella la llevaron a otra habitación donde se reencontró con Josefina, ambas vivieron más maltrato físico, psicológico e interrogatorios.
Bajo el cautiverio tuvo a su hijo en condiciones deplorables, en un ambiente de maltrato constante y falta de higiene que, luego del parto, provocó que sufriera temperatura, cuenta.
Cuando vio a su hijo por primera vez, los militares le apuntaron con una metralleta en la cabeza a la vez que le decían: “obsérvalo, míralo por única vez, esto es lo que pariste y lo vamos a bautizar con el nombre de Thompson porque eso es lo primero que siente al nacer, una metralleta Thompson”.
Martha Alicia se sintió al borde de la muerte, eran tales las condiciones en las que se encontraba que la creyeron muerta, así que la arrojaron junto con su bebé a un lote baldío.
En esa casa de seguridad, de donde logró salir con vida, se encontraron también a varios compañeros que fueron asesinados o desaparecidos, como Francisco Javier Manríquez Pérez, quien iba en el mismo vehículo donde la trasladaron a la Zona Militar.
“Esta pinche chingadera que me pasó no me hunde más que pura madre. Esto da pie a que yo siga y continúe mi carrera, termine, forme un nuevo hogar, me case nuevamente”, se dijo.
Actualmente es maestra e investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Sinaloa en el área de historia. Y su hijo se graduó como licenciado en letras.
Fuente:
www.cimacnoticias.com Acaso, despues de todo, el sistema ha logrado amanzar las aguas....fuimos reprogramados.. por lo menos en el norte....????....