Creo que en vez de salir con este tipo de argucias, nuestros gobernantes, deberían preocuparse por hacer un uso eficiente de los recursos públicos.
Para que vean lo que son los políticos; pego esta nota publicada hace tiempo:
El salario de un diputado mexicano compite con el de legisladores de países de primer mundo e incluso es superior a sus pares de Canadá y del Parlamento Europeo. Cada uno de los 500 diputados federales de San Lázaro cobra un salario mensual de 148 mil 446 pesos, luego del aumento de 18 mil pesos para asistencia legislativa aplicado en este año.
Lo anterior contrasta con la productividad de los legisladores, pues de acuerdo con el programa Monitor Legislativo, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), para el segundo periodo en la Cámara de Diputados se presentaron 572 iniciativas de las cuales sólo se aprobaron 42; es decir, la tasa de éxito de iniciativas aprobadas es de 7.5%.
Es decir, el gasto en estos parásitos es un gastos excesivo. La solución, reducir el número de estos vividores y/o reducir el importe de sus percepciones tanto en dinero como en especie.
La solución a todos los problemas financieros: Es eficientar el gasto.
El hecho de poner en marcha esta propuesta, no soluciona el problema de raíz, pues, el gasto excesivo seguira vigente.
Siendo extremos, pensando se agotan los recursos de las afores, de que echarán mano después, con que argucia saldrán, con que novedad?
Esta no es solución, es solo un antídoto temporal. Dicho de otro manera, nuestros dirigentes mantienen el país en base a puros parches, dejando entre ver que no tienen la capacidad para solucionar problemas de raíz.
Es el problema de la nación y por el cual no se registra un progreso constante y sostenido; pues nuestros políticos (de 5a), se dedican a crear problemas (como si para ello les pagaramos) y despues emplean su tiempo (de trabajo) en solucionarlos, dicho de otra forma, nuestros funcionarios son iproductivos; pues en vez de trabajar y contribuir al crecimiento se dedican a enmedar y/o parchar, haciendo de nuestro un sistema, un verdadero laberinto al que tal vez ni ellos mismos ya entiendan.