En julio 23 del 2006 tuve la fortuna de estrechar la mano de un ser leal como su apellido mismo. Tengo un dolor enorme por la perdida, por la ausencia, por lo que Quique represento para la conformación, evolución y sostenimiento de este proyecto, un compañero de armas. Tengo la certeza de que un ser como él no requiere de expiar culpas o penas, va directo a la presencia del Padre. Mi muy querido Enrique, un abrazo eterno, te he llorado como nunca imagine, gracias por todo.