Ni con IVA, ni con CETU

Ni con IVA, ni con CETU
Enrique Quintana
31 Jul. 07

La mala noticia es que si el gasto público sigue como va, no sólo se va a necesitar la CETU, sino también el IVA generalizado... y más.

Una de las afirmaciones que se han hecho con frecuencia en las últimas semanas es que la razón por la que se ha planteado la creación de la CETU es porque no es políticamente viable la aplicación del IVA a los alimentos y medicinas.

Con esto se implica que si se uniformara la tasa del IVA, como se propuso el sexenio pasado, ya no habría que ir por más dinero.

De hecho, en broma se dice a veces que todas las complicaciones que se han planteado con la CETU son para que al final de cuentas se llegue a la conclusión de que es más sencillo poner una tasa uniforme del IVA a todos los productos.

Me temo que, si no se hacen cambios estructurales en el gasto público y reformas que permitan la entrada de capital privado al sector energético, al final no va a ser optativo si la CETU o el IVA, sino que finalmente se van a necesitar los dos.

Hay que recordar que en el 2001, cuando se propuso generalizar la tasa del IVA a 15 por ciento, se esperaba una recaudación adicional de 2 por ciento del PIB.

Luego, en el 2003, cuando se hizo el segundo intento y se planteó uniformarla pero a 10 por ciento, la recaudación adicional era apenas del 0.6 por ciento del PIB. En ese momento, tal cifra era de 43 mil millones de pesos.

Ahora, con la CETU, se espera un 1.8 por ciento y con el conjunto de los cambios fiscales se pretende obtener un 3 por ciento del PIB.

Lo más probable, sin embargo, es que si se rasura la CETU como se ha ofrecido, en caso de aprobarse, el incremento en la recaudación va a ser inferior al previsto.

Simplemente, con la inclusión de la reforma fiscal de Pemex, que ya ha sido consensuada, se dejará de recaudar el 0.6 por ciento del PIB, lo que dejaría el nivel máximo de nueva recaudación en 2.4 por ciento y de allí, recórtele.

De acuerdo con el Presupuesto de Gastos Fiscales calculado por Hacienda, es decir, lo que no se capta por esquemas especiales, se deja de obtener cerca del 1.9 por ciento del PIB por concepto del ISR empresarial; en el ISR de las personas físicas, 1.25 por ciento del PIB; 1.94 por ciento en caso del IVA; 0.18 por ciento en el caso del IEPS y 0.11 por ciento en el caso de estímulos fiscales diversos. Si se suma todo da poco menos de 5 y medio puntos del PIB.

Para ponderar cómo estamos en recaudación, otra comparación interesante es que en materia de impuestos al consumo como el IVA y el IEPS, México recauda el 2.1 por ciento del PIB, mientras que Estados Unidos capta el 2.2 por ciento.

Es decir, aun con las tasas diferenciadas de IVA que tenemos, no hay grandes diferencias con nuestro vecino del norte respecto a los impuestos al consumo, aunque sí con el conjunto de la OCDE, pues ese porcentaje llega al 7.6 por ciento.

Pero con relación a los impuestos al ingreso, en Estados Unidos llegan al 12 por ciento del PIB, mientras que en México están en niveles cercanos al 5 por ciento.

Y en el conjunto de la OCDE, igualmente están por arriba del 12 por ciento del PIB.

En otras palabras, la diferencia más grande entre México y los países desarrollados está en los impuestos al ingreso, más incluso que en los impuestos al consumo.

Quizá la historia fuera otra si las comparaciones las estuviéramos haciendo con los países de América Latina, en los que probablemente también se paguen pocos impuestos en el consumo, pero si ponemos como punto de referencia a las naciones desarrolladas, la historia es otra.

Finalmente, no hay que perder de vista que el problema que vamos a enfrentar en los próximos años tiene tres frentes.

Por un lado, los ingresos petroleros van a caer irremediablemente en los próximos años, aunque se invierta más en Pemex.

Por otro, van a aumentar los pagos derivados de obligaciones previamente contraídas por el Gobierno, específicamente en los casos de los Pidiregas y de las pensiones.

Y, finalmente, hay una resistencia política a cambiar las reglas del juego para hacer una verdadera reingeniería del sector público mexicano que realmente propicie una reducción del gasto corriente empleado en el mantenimiento de burocracias en múltiples sectores de la economía, aun los disfrazados de gasto social.

Así que, ya lo comentó el secretario ejecutivo de la CEPAL, si no hacemos en México un pacto fiscal que involucre a toda la sociedad en la discusión de cuánto y cómo se debe gastar, para definir luego cuánto y cómo se debe recaudar, entonces vamos a seguir permanentemente en un estira y afloja en esta materia.

Hoy se propone la CETU y antes de que se acabe el sexenio tendríamos que ir por el IVA. Ya lo verá.


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Nuestra estructura fiscal

La recaudación de impuestos en México descansa esencialmente en el ISR y en el IVA. En las comparaciones internacionales, México sale abajo en la recaudación de las dos aunque sus tasas no sean muy diferentes a otros. El gran tema es su delgada base.


El peso de cada impuesto en méxico

IVA 39%
ISR empresas 26%
ISR personas 25%
Otros 6%
IEPS 4%